sábado, 16 de abril de 2011

Después de la Tercera Vía, ¿qué?


JAVIER VALENZUELA 16/04/2011

Antes de celebrar las primarias que elegirán a su candidato en las elecciones presidenciales de 2012, los socialistas franceses se acaban de reunir para acordar el programa que este, sea cual sea, propondrá a la ciudadanía en nombre de todos. Desmintiendo por una vez la imagen desastrosa que de ellos tienen sus compañeros europeos, han comenzado las obras por los cimientos y no el tejado. Además, el programa que han aprobado es digno de debate: creación de una banca pública, reforma fiscal para que paguen más las grandes empresas y las grandes fortunas y menos los asalariados, promoción de las energías verdes y seguras, propuesta para que la Unión Europea imponga tasas adicionales a las importaciones procedentes de países con lagunas evidentes en materia de derechos laborales y protección del medio ambiente, creación de 300.000 empleos públicos para los jóvenes... Como escribe Laurent Joffrin en Le Nouvel Observateur, se trata de "toda una ruptura con el social-liberalismo" dominante en los últimos lustros en el centro-izquierda europeo.


Zapatero adoptó esa visión. Su primera legislatura se caracterizó por el exiguo protagonismo económico del Gobierno. Como la economía española vivía un periodo de vacas gordas, sus ingresos fiscales permitían financiar la ampliación del Estado de bienestar. A Zapatero le reprochaba entonces la derecha que no hiciera las reformas neoliberales que tuvo que terminar impulsando a partir de 2008. Pero no es menos cierto que tampoco abordó reformas socialdemócratas: ni hizo lo suficiente por desinflar paulatinamente la burbuja inmobiliaria, ni combatió el enorme fraude a Hacienda, ni promovió una reforma fiscal progresista y ni se le pasó por la cabeza recrear en España algún tipo de banca o de empresa energética pública.Tras el activismo estatal en la economía que marcó los comienzos de la presidencia de Mitterrand, Felipe González fue, en cierto modo, un precursor en los años ochenta del pasado siglo de las políticas impulsadas una década después por Tony Blair bajo la denominación de Tercera Vía. Se trataba de intervenir lo menos posible en los asuntos económicos con el argumento de que, dejado a su libre albedrío, el mercado sería fuente constante tanto de riqueza y empleo como de ingresos fiscales con los que sufragar las políticas sociales.

Cuando llegó la crisis y los ingresos fiscales encogieron dramáticamente, Zapatero se encontró a merced de los mercados financieros internacionales y tuvo que ponerse a aplicar su ideario, el neoliberal. Lo pasmoso fue que, con tal de oponerse a todo, el PP no aplaudiera a rabiar la materialización de su propio programa.

Hoy, con el giro a la izquierda que Ed Miliband encarna en el laborismo y que también acaban de aprobar los socialistas franceses, y con el anuncio de que Zapatero, el último de sus representantes en un gran gobierno europeo, no se presentará de nuevo, la Tercera Vía puede darse por muerta.

Esta crisis ha enseñado un par de cosas a los socialdemócratas menos aburguesados intelectual y políticamente. La primera es que no se pueden hacer políticas sociales progresistas sostenibles sin impulsar a la par políticas económicas progresistas. Es lo que decían Matt Browne y Carlos Mulas en un artículo recién publicado en EL PAÍS al plantear "una nueva agenda" en la que el Estado tenga mayor protagonismo económico. La segunda es que, a la hora de aplicar el recetario neoliberal, los electores europeos prefieren el original del centro-derecha a la mala copia del centro-izquierda.

Los socialistas españoles también se aprestan a celebrar unas primarias que elijan a su candidato en 2012, lo que supone un saludable ejercicio de democracia. Pero, a diferencia de los franceses, poco hablan de cuáles serán sus novedades en materia de programa y propuestas. Muchos de ellos, no obstante, saben que estas deben girar en torno a la economía. En 2012 los electores querrán saber qué puede hacer un futuro Gobierno en tres frentes: promover el crecimiento y reducir el desempleo; construir un nuevo modelo productivo que reemplace al ladrillo, y garantizar los parcos niveles de protección de nuestro Estado de bienestar. Cómo salvaguardar, y hasta mejorar, ese Estado de bienestar por una vía que no contemple sólo el recorte de las prestaciones bien podría ser una gran bandera de la socialdemocracia española y europea post-blairista.

¿Debaten sobre estas cosas nuestros socialistas? ¿Alguno de sus potenciales candidatos en 2012 discrepa del dogma de que no hay políticas económicas alternativas a las hoy aplastantemente dominantes? ¿Piensa alguno que también -y sobre todo- en este terreno la socialdemocracia debe ser distinguible de la derecha? Aún no lo sabemos.

Probada históricamente su credibilidad en materia de libertad, la socialdemocracia tendría un amplio bulevar que recorrer si se convirtiera en la defensora de la seguridad de las clases populares y medias: seguridad frente al terrorismo y la delincuencia; frente al infortunio, la enfermedad y la vejez; frente a los atropellos de la banca, las empresas de servicios y la administración de Justicia; frente a la amenaza nuclear y el cambio climático... Los laboristas británicos y los socialistas franceses empiezan a apostar por ello. Intuyen que la idea de más Estado, a nivel nacional y a nivel global, de un Estado menos burocrático pero más eficaz y combativo frente a los poderosos, puede ser una oferta muy atractiva en estos tiempos inciertos.

La laicidad, objetivo de la democracia en España


GREGORIO PECES-BARBA 10/04/2011

En el siglo XXI es un signo de la cultura política y jurídica pulsar, sobre todo desde partidos de izquierdas o de centro izquierda, el proceso de secularización, cuya última meta es la laicidad, entendida como una situación pacífica y generalmente aceptada por la sociedad.

La exigencia deriva de las líneas que van identificando y señalando las perspectivas de desarrollo de la modernidad y que arrancan de la ruptura de la unidad religiosa con la aparición en el siglo XVI de los protestantismos, con la secularización de la política desde Maquiavelo y de la moral desde Pufendorf y Tomasio en el siglo XVII. En la misma línea se desmonta por Hugo Grocio el Derecho Natural clásico, subordinado a la teología, al afirmar que existiría aunque Dios no existiera y que lo descubrimos por la razón aplicada a la naturaleza humana. Todos son caminos que nos conducen a un mundo moderno secularizado donde Dios todavía no es puesto en cuestión pero que queda como el relojero que ha construido el aparato del mundo, que funciona por sí mismo....seguir leyendo.

sábado, 29 de enero de 2011

El nuevo socialismo y el compromiso de no tirar la toalla. (Y V) La ética de la responsabilidad como vehículo de transformación de los partidos...


Tengo un sentimiento contradictorio al que estoy empeñado en dar una salida. Por una parte, cada día que pasa, tengo más fascinación por las nuevas tecnologías. Y los pocos inconvenientes que encuentro en Internet, empiezan a tener remedio. Por otra parte, creo que estamos fomentando una sociedad irreflexiva e instantánea. Y creo que hay que buscar un equilibrio.Hablaba de mis sentimientos enfrentados entre mi fascinación por las redes sociales y mis recelos por la velocidad de circulación de la información: apenas queda tiempo para la reflexión y para el debate sosegado.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Las quejas de un neoliberal. Por rosa maría artal

Por rosa maría artal

Forges. El País

Empieza a ser francamente molesto que se nos acuse a los liberales de todos los males de la sociedad. Nosotros lo que adoramos es la libertad. Muchos políticos socialdemócratas ya nos han entendido. La economía solo funciona en libertad y esos ajustes que están resultando “impopulares”, subidas de precios, mercado laboral como debe ser -mayor rendimiento para nosotros que somos los que invertimos y menos costo- van en el buen camino. Es la única forma de que funcione la economía. La búsqueda egoísta del bien individual que decía el bueno de Adam Smith repercute al final en una mejora de toda la sociedad. No somos “malos”, y resulta ya más que irritante esta incomprensión, todo lo hacemos por el bien nuestro naturalmente, pero igualmente por el bien de ellos.

Una persona que recibe ayudas y subvenciones, bien pagada, con buenos servicios, carece de estímulos y no progresa. Se duerme a la bartola. No, no puede ser, la sociedad mejora en la precariedad. Uno tiene que buscarse las castañas. Nada te lo dan hecho, bueno, salvo la herencia de papá quizás, que sí, viene bien. Pero siempre ha habido clases ¡no te fastidia! Algunos de éstos que hoy se quejan, si espabilan, gozarán del mismo éxito que nosotros.

Vergara.Público

El negocio es lícito ¡faltaba más!, es la esencia del ordenamiento económico. Hay grandes posibilidades de beneficio en multitud de sectores que la izquierda fracasada se empeñó en gestionar para todos, y tan mal en muchos casos. El espacio aéreo, las loterías, las agencias de colocación, máxime ahora que hay tanto paro. Menos mal, ya digo, que Zapatero y su gobierno, al menos, lo han entendido. Se juegan mucho en realidad. Nos debe dinero. No importa por qué, los problemas se acometen tal cual están, no en su génesis. No es rentable la pérdida de tiempo. Y, vale, sí, rescataron el sistema financiero con fondos públicos ¿Pero qué hubieran hecho sin nosotros? Todo se hubiera ido a pique. Y ahora hay que pagar, con el dinero no valen los sentimentalismos.

El Roto. El País

¿Que nos aprovechamos de contactos y amistades para obtener contratos? Naturalmente, el liberal se encontró a sí mismo el día que descubrió la familia, los amigos y las tradiciones. Y, sí, ¿Para qué vamos a pagar más impuestos si podemos pagar menos? Cualquiera en su sano juicio lo haría.

Fontdevila. Público

Hay críticos incorregibles que nos atribuyen el que haya gente que se muere de hambre, o que tenga que apretarse el cinturón ¡Que espabilen! Y si no sobreviven tampoco es un problema fundamental, y tiene la ventaja añadida de que ya no forman parte de la ecuación perfecta.

Porque la economía es el sistema, dejémonos de historias. Es un modelo matemático perfecto. Todos esos países que se han ido a la mierda por aplicar nuestras teorías lo han hecho por desviarse de la excelencia. Todos, todos, los países siguen estando demasiado regulados. El Estado tiene que estar para pagarnos cuando hay fallos, pero poco más, es una traba para el desarrollo, para el negocio.

Y, sí, debo admitir que el modelo matemático perfecto a veces comete errores porque no contamos con un factor muy irracional: el humano, que tiene un comportamiento variable, no exacto como debe ser.

Elrich. El País

Vamos, que algunos asalariados si no disponen de un empleo, dinero para comprar, a veces, en lugar de espabilar por sí mismos, entran en protestas y violencia. No rodos claro está, la mayoría no, pero hay algunos muy intransigentes. Y llegan a meter miedo a los políticos que en algunos casos terminan hasta por achantarse y rectificar. Ay, el miedo es una herramienta esencial para aplicar las reformas. Hay que amedrentar más a esos eslabones entre nosotros y el pueblo. Hacerles ver que rescatamos el país en un pis pás y entonces sí va a saber toda esa chusma lo que vale un peine. Lo han entendido bien. Saben además que si la cosa se pone fea realmente, tienen que prescindir del coche oficial, las comidas, los viajes, los teléfonos, las reverencias. Ahora ya, casi todos con poder, son de los nuestros. Es muy fácil aplacar las iras del populacho: se reprimen. Hasta donde haga falta.

Fontdevila. Público

La mala fama, de todos modos, también nos viene de los abusos de nuestra gente. Oye, que les abres la bolsa y algunos entran a saco. Se llevan el dinero a manos llenas. Ha pasado tantas veces, en Chile que tan bien nos estaba saliendo, en Rusia… La gente no es problema sustancial, se les enchufa la tele, los periódicos, los anuncios, se les brinda todo lo que podrían tener y ni se enteran. Unos pocos solo, y ya digo, se les reprime y santas pascuas. En el fondo, hemos sido nosotros mismos con la avaricia y la corrupción quienes más de una vez hemos fastidiado el sistema. Es el factor humano, ya digo. Un problema, por el momento, irresoluble ¿Cómo se podría erradicar?

Da disgustos esta gente que se queja. Bueno, molestias, como decía, tampoco vamos a exagerar. Menos mal que ya viene la parienta del super con las botellas de Moet Chandon, los jamones de pata negra, los corderos enteros. ¿Quién no quiere cenar así en Nochevieja? Que espabilen. Desde luego, rechazo taxativamente que sea nuestra la culpa que nos atribuyen.

El Roto. El País

domingo, 12 de diciembre de 2010

¿A quién benefician las últimas medidas económicas del Gobierno?

¿A quién benefician las últimas medidas económicas del Gobierno?Miguel A. Luque Mateo – Universidad de Almería (Attac 12/Diciembre/2010)


El caos aeroportuario y el estado de alarma han impedido un debate sosegado sobre las últimas medidas aprobadas y anunciadas por el Gobierno con el repetido propósito de dar confianza a los mercados, fomentar la actividad empresarial y el empleo y bajar los impuestos. Entre otras, destacan: a) la supresión de las ayudas de los 426 € a los desempleados sin ninguna cobertura; b) la privatización parcial de AENA y “Loterías y Apuestas del Estado”; c) la subida del impuesto sobre “el tabaco”; d) la rebaja en el Impuesto sobre Sociedades; e) la eliminación de la exigencia del mantenimiento del empleo para la aplicación de determinados beneficios fiscales; f) la exención tributaria de las operaciones de creación y capitalización de empresas; g) la supresión de la obligatoriedad de pagar a las Cámaras de Comercio; h) la agilización en la constitución de sociedades; i) la eliminación de la obligatoriedad de publicar en la prensa escrita los actos adoptados por las sociedades.

En mi opinión, estas medidas no son las más idóneas para los objetivos previstos. En realidad constituyen un nuevo retroceso del Estado del bienestar ante la presión de la oligarquía política-económica-bancaria que se esconde detrás de eso que llaman “los mercados”. Seguidamente expongo algunas razones:

Difícilmente puede fomentarse la creación de empleo eliminando la exigencia de que las empresas tengan que mantener el empleo para poder aplicarse determinados “beneficios fiscales”, como la libertad de amortización para inversiones nuevas y un tipo de gravamen reducido del 20%. ¿Se premia el despido? Además, hace un año se adoptaron similares medidas y las consecuencias son conocidas: aumento de medio millón de personas paradas y de 155.800 hogares más en los que todos sus miembros activos se encuentran en paro.

Los impuestos, en general, no se bajan. Sube el “del tabaco”, que es indirecto y más injusto (aunque se disfrace de medida sanitaria) y sólo disminuyen los de las medianas y grandes sociedades -no tanto los de las pequeñas-, salvo que por pequeña se entienda la que presenta 1.700 millones de volumen de negocio y 50 millones de beneficio neto (de las antiguas pesetas). Además, serán las Sociedades Anónimas y las que cotizan en bolsa las verdaderas beneficiadas de la ampliación del régimen de libertad de amortización para inversiones nuevas, la exención en el Impuesto sobre Operaciones Societarias, la eliminación de la pertenencia obligatoria a las Cámaras de Comercio y la supresión de la obligación de publicar sus actos en los periódicos.

- Se privatiza lo poco rentable que queda: la mitad de la última joya pública empresarial –AENA- y el 30 % de “Loterías y Apuestas del Estado” a cambio de un precio que no llega ni a 15.000 millones de euros. Sin entrar en la discutible cuantía o en la previsible destrucción de empleo, se renuncia a la obtención de unos ingresos patrimoniales anuales, que pasarán a los bolsillos de esa oligarquía.

Por otro lado, la eliminación de la ayudas de 426 € para los parados sin ninguna prestacióncondenará a la marginación, la delincuencia o la beneficencia a cientos de miles de personas. (Adviértase que el dinero público facilitado a los bancos podría prorrogar más de 175 veces estas ayudas).

Se ha derrumbado el estilo de vida y de economía basado en la especulación inmobiliaria y el endeudamiento a todos los niveles. Pero, mientras esa oligarquía bancaria-económica-política ha “enjuagado” sus pérdidas con las “mil millonarias” ayudas públicas concedidas, los ciudadanos y las pequeñas empresas se encuentran en una situación insostenible, sin acceso al crédito. Además, se han subido los tributos que afectan a la mayoría de la población (IVA, IRPF, Impuestos sobre las “gasolinas” y el “tabaco”, tasas, etc.), y se le han bajado a los más ricos –Patrimonio, Sociedades, SOCIMI, SICAV-. Por último, con la amenaza de no comprar la deuda pública existente en gran medida por haberlos ayudado, esa misma élite exige el desmantelamiento y el desprestigio de lo público (congelación de las pensiones, aumento de la edad de jubilación, reducción del sueldo de los funcionarios, eliminación de la retroactividad en prestaciones por dependencia, supresión del cheque bebé, recorte de la inversión y de las ayudas públicas, abaratamiento del despido, etc.) con el objetivo de privatizar cualquier parte del pastel que les pueda ser rentable (planes de pensiones, sanidad, transportes e infraestructuras, educación, juego, intermediación en las ofertas y demandas de empleo, etc.).

Ante este situación no podemos quedarnos impasibles. Exijamos a) la supresión de los privilegios de los políticos, de forma que lo que aprueban a los demás les afecte a ellos mismos (piénsese que un diputado o senador opta a la pensión máxima con 7 años en el cargo, mientras que un trabajador necesita 35); b) la declaración de patrimonio obligatoria para todos, evitándose los testaferros; c) la eliminación de los paraísos fiscales, y d) el establecimiento de un impuesto a las transacciones financieras. Presentemos una respuesta unida ante cualquier nuevo recorte para no tener que parafrasear la expresión: vinieron a por los pensionistas y como yo no era pensionista no hice nada, vinieron a por los trabajadores y como yo no era trabajador no hice nada, vinieron a por los funcionarios y como yo no era funcionario no hice nada, vinieron a por mí y ya no quedaba nadie para protestar”.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Noam Chomsky y las 10 Estrategias de Manipulación Mediática

Noam Chomsky y las 10 Estrategias de Manipulación Mediática



El lingüista Noam Chomsky elaboró la lista de las “10 Estrategias de Manipulación” a través de los medios

1. La estrategia de la distracción
El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética.
“Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto 'Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.


3. La estrategia de la gradualidad
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
4. La estrategia de diferir
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.


5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.


6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…


7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…


9. Reforzar la autoculpabilidad
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Irlanda como ejemplo (Juan Torres López)

Irlanda como ejemplo


Durante muchos años el "ejemplo" irlandés estuvo de moda y se ponía constantemente a los demás países: la política de bajos impuestos sobre el capital (casi la mitad de la media europea), la amplia liberalización de la actividad económica y las privatizaciones, la moderación salarial y las grandes facilidades a los capitales para que pudieran actuar a su antojo se consideraban la clave de su éxito y lo que debería hacer cualquier otra economía que quisiera ser tan próspera y dinámica como el "tigre celta" de entonces. Claro que se estaba hablando de un éxito que solo se medía por el incremento vertiginoso del PIB pero no en disminución de las desigualdades o de la brecha de los estándares de bienestar del país respecto a la media europea.
Los gobiernos conservadores facilitaban la actividad de los bancos que se dispusieron a crear deuda y a financiar la actividad especulativa sin freno sin que a ni uno ni otro preocupara la generación de burbujas inmobiliarias o la escasa base real del crecimiento que se generaba.
En realidad, lo que estaba haciendo Irlanda no era otra cosa que aplicar como un alumno aventajado las políticas de ajuste estructural que el Fondo Monetario Internacional venía proponiendo desde hacía años para favorecer el incremento de las rentas del capital. Y por eso el Fondo aplaudía lo que se estaba haciendo allí afirmando que sus políticas económicas ofrecían lecciones útiles a otros países (FMI. IMF Concludes 2004 Article IV Consultation with Ireland).
Como venimos diciendo muchos economistas críticos estas políticas neoliberales fueron la causa real de la última crisis y por eso no fue ni mucho menos una casualidad que el alumno europeo que las aplicó más fielmente fuese precisamente el primero que entró en recesión en 2008 cuando se desencadenó la crisis de las hipotecas basura. Como tampoco es casual que la economía que primero aplicó los planes de austeridad como respuesta frente a la crisis sufra ahora un nuevo latigazo.
En realidad, Irlanda es en estos días una especie de laboratorio que permite comprobar el efecto de las políticas neoliberales de austeridad que impone el fundamentalismo dominante desde hace años en Europa.Aunque ahora muy pocos los recuerdan, Irlanda aprobó antes que nadie un gran programa de austeridad y recortes: hasta el 20% redujo los sueldos de los funcionarios y un 10% las prestaciones sociales, además de hacer lo mismo en un buen número de programas de gasto público y social. Aunque, eso sí, poniendo al mismo tiempo a disposición de bancos quebrados docenas de miles de millones de euros que pusieron por las nubes el déficit y la deuda del Estado.
Cuando tomó estas medidas, de nuevo el caso irlandés fue puesto como un ejemplo a seguir por los demás. Los medios de comunicación neoliberales, la Comisión Europea y por supuesto una vez más el Fondo Monetario Internacional alabaron su política de austeridad y recortes frente a la crisis.Este último organismo, haciendo otra vez gala de su desvergonzada forma de hacer pronósticos económicos, afirmó, para poder aplaudirlas así con aparente fundamento, que gracias a la aplicación de estas medidas la economía irlandesa crecería un 1% en 2009.
Sin embargo, su efecto real fue otro, como los economistas críticos habían pronosticado que iba a ocurrir allí o en otros países en donde se aplicaran: en 2009 el PIB de la economía irlandesa lejos de aumentar, bajó un 11%.
Con esa caída estrepitosa, con una reducción de la inversión del 30% y de más del 7% del consumo, la economía no pudo generar recursos suficientes, fue más difícil recaudar ingresos para hacer frente a la deuda y ésta siguió subiendo, lo que hacía, para colmo, que los mercados la castigaran subiendo los tipos a los que puede colocarse.
A eso se añade que al haber dejado sin llevar a cabo una verdadera reforma financiera la situación patrimonial de los bancos siguió agravándose y ahora les hace falta una nueva dosis de generosa inyección de liquidez para sacarlos a flote: unos 50.000 millones de euros más solo para ellos.
Cuando todo esto ha ocurrido, de la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional no ha salido ni la más mínima expresión de autocrítica: después de haber afirmado que lo que hacía Irlanda era ejemplar, no tienen nada que decir cuando su "modelo" salta por los aires, como era inevitable que ocurriera como evidente consecuencia de esas políticas. Al revés, se limitan a dar prisa para que se ponga a su pies y a advertir de antemano quién va a hacerse cargo de la factura: "La UE exigirá a Irlanda subidas de impuestos para devolver el rescate", titulan hoy los medios de comunicación europeos.
Irlanda es efectivamente un buen ejemplo. Pero de a dónde han llevado las políticas neoliberales antes de la crisis y dónde llevan ahora, cuando vuelven a imponerse en forma de austeridad presupuestaria, por un lado, y, por otro, de plena libertad y apoyo a los bancos para que sigan actuando a su antojo.