sábado, 27 de marzo de 2010

REBELIÓN EN EL CIBERESPACIO (Federico Mayor Zaragoza)


A vuela pluma (V) REBELIÓN EN EL CIBERESPACIO

Federico Mayor Zaragoza

Hasta ahora era muy difícil para los ciudadanos expresar su opinión sin cortapisas. Las urnas -que ya es mucho- se están quedando en poco. La cantidad inmensa de información disponible, procedente de todo el mundo y en tiempo real, no puede amilanarnos y reducirnos a la condición de receptores impasibles.


Hoy sabemos... y no podemos quedarnos quietos, alucinados, cómplices. Cuando la conciencia global y el conocimiento nos urgen a no guardar silencio, cuando nos vemos "compelidos al supremo recurso a la rebelión...", según establece el luminoso preámbulo de la Declaración Universal, tenemos que expresarnos. Y ahora, con la moderna tecnología de la comunicación, no podemos seguir como testigos anonadados, atemorizados, distraídos por la omnímoda influencia recreativa y tergiversadora del poder mediático.

La participación de la gente tendrá lugar en el ciberespacio. Millones y millones de personas expondrán sus puntos de vista. Es decir, serán ciudadanos de las nuevas democracias en las que el poder emanará realmente del pueblo, como proclama el artículo 21/3 de la Declaración Universal.

Mejor prevenir que remediar. Estén atentos los poderes actuales, tan atareados en los temas de siempre, intentando convencer a los de siempre que ya no valen las fórmulas de siempre, que los caminos del mañana empezarán a ser trazados por muchedumbres en el ciberespacio. Sí, el gran cambio se avecina. El tiempo del silencio ciudadano ha concluido. Empieza la hora de la gente. De la nueva democracia a escala global y planetaria.

martes, 23 de marzo de 2010

¡Viva el Estado! Juan José Millás




Juan José Millás
– Comité de Apoyo de ATTAC España

El Consejo General del Poder Judicial, por poner un ejemplo, es una institución del Estado. Pero si se va la luz, el Consejo no puede funcionar, por lo que en buena lógica la red eléctrica debería ser otra institución del Estado. Es cierto que los jueces, como los particulares, pueden adquirir en la ferretería de la esquina, por equis euros, un generador doméstico. Pero las emanaciones de estos aparatos corrompen el ambiente y producen malos olores, que es lo que le falta a ese Consejo, como si no apestara ya sin ayuda de nadie. ¿Por qué entonces el Estado vendió la red eléctrica al mejor postor, que a su vez se la ha vendido a otros postores, de forma que ya no sabemos ni de quién es a ciencia cierta? Misterio.

Si la banca se va al carajo, nos vamos todos, incluido el Consejo de Ministros, a freír espárragos. A día de hoy, resulta imposible la pervivencia de un Estado sin banca (más aún que sin Ejército). Quiere decirse que ese negocio, o una parte sustancial del mismo, debería pertenecer al Estado. Hay más ejemplos, pero con estos dos basta. Cuando uno veía, durante el temporal sufrido recientemente en Cataluña, las torres de conducción de la energía eléctrica dobladas sobre sí mismas, como si estuvieran hechas de palillos de dientes, uno pensaba que era el Estado el que se encontraba por los suelos. De hecho, la gente sabe que lo que falló en esa situación no fue una empresa privada, sino el Estado, la suma de cuyas instituciones deben facilitar y permitir la vida en común. Del mismo modo que no se pueden subcontratar ni la policía ni los jueces ni el Senado o el Congreso, tampoco las infraestructuras fundamentales deberían estar en manos privadas. ¿Qué soberanía tiene un Estado al que pueden dejar a oscuras y sin calefacción desde fuera de sus fronteras? Ninguna. En fin, que a ver si hacemos algo.

Artículo publicado en El País.

domingo, 21 de marzo de 2010

Los pecados de Haití (Eduardo Galeano)

Los pecados de Haití (Eduardo Galeano)

La democracia haitiana nació hace un ratito. En su breve tiempo de vida, esta criatura hambrienta y enferma no ha recibido más que bofetadas. Estaba recién nacida, en los días de fiesta de 1991, cuando fue asesinada por el cuartelazo del general Raoul Cedras. Tres años más tarde, resucitó. Después de haber puesto y sacado a tantos dictadores militares, Estados Unidos sacó y puso al presidente Jean-Bertrand Aristide, que había sido el primer gobernante electo por voto popular en toda la historia de Haití y que había tenido la loca ocurrencia de querer un país menos injusto.

El voto y el veto

Para borrar las huellas de la participación estadounidense en la dictadura carnicera del general Cedras, los infantes de marina se llevaron 160 mil páginas de los archivos secretos. Aristide regresó encadenado. Le dieron permiso para recuperar el gobierno, pero le prohibieron el poder. Su sucesor, René Préval, obtuvo casi el 90 por ciento de los votos, pero más poder que Préval tiene cualquier mandón de cuarta categoría del Fondo Monetario o del Banco Mundial, aunque el pueblo haitiano no lo haya elegido ni con un voto siquiera.

Más que el voto, puede el veto. Veto a las reformas: cada vez que Préval, o alguno de sus ministros, pide créditos internacionales para dar pan a los hambrientos, letras a los analfabetos o tierra a los campesinos, no recibe respuesta, o le contestan ordenándole:

-Recite la lección. Y como el gobierno haitiano no termina de aprender que hay que desmantelar los pocos servicios públicos que quedan, últimos pobres amparos para uno de los pueblos más desamparados del mundo, los profesores dan por perdido el examen.

La coartada demográfica

A fines del año pasado cuatro diputados alemanes visitaron Haití. No bien llegaron, la miseria del pueblo les golpeó los ojos. Entonces el embajador de Alemania les explicó, en Port-au-Prince, cuál es el problema:

-Este es un país superpoblado -dijo-. La mujer haitiana siempre quiere, y el hombre haitiano siempre puede.

Y se rió. Los diputados callaron. Esa noche, uno de ellos, Winfried Wolf, consultó las cifras. Y comprobó que Haití es, con El Salvador, el país más superpoblado de las Américas, pero está tan superpoblado como Alemania: tiene casi la misma cantidad de habitantes por quilómetro cuadrado.

En sus días en Haití, el diputado Wolf no sólo fue golpeado por la miseria: también fue deslumbrado por la capacidad de belleza de los pintores populares. Y llegó a la conclusión de que Haití está superpoblado... de artistas.

En realidad, la coartada demográfica es más o menos reciente. Hasta hace algunos años, las potencias occidentales hablaban más claro.

La tradición racista

Estados Unidos invadió Haití en 1915 y gobernó el país hasta 1934. Se retiró cuando logró sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el artículo constitucional que prohibía vender plantaciones a los extranjeros. Entonces Robert Lansing, secretario de Estado, justificó la larga y feroz ocupación militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma, que tiene "una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización". Uno de los responsables de la invasión, William Philips, había incubado tiempo antes la sagaz idea: "Este es un pueblo inferior, incapaz de conservar la civilización que habían dejado los franceses".

Haití había sido la perla de la corona, la colonia más rica de Francia: una gran plantación de azúcar, con mano de obra esclava. En El espíritu de las leyes, Montesquieu lo había explicado sin pelos en la lengua: "El azúcar sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producción. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro".

En cambio, Dios había puesto un látigo en la mano del mayoral. Los esclavos no se distinguían por su voluntad de trabajo. Los negros eran esclavos por naturaleza y vagos también por naturaleza, y la naturaleza, cómplice del orden social, era obra de Dios: el esclavo debía servir al amo y el amo debía castigar al esclavo, que no mostraba el menor entusiasmo a la hora de cumplir con el designio divino. Karl von Linneo, contemporáneo de Montesquieu, había retratado al negro con precisión científica: "Vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas". Más generosamente, otro contemporáneo, David Hume, había comprobado que el negro "puede desarrollar ciertas habilidades humanas, como el loro que habla algunas palabras".

La humillación imperdonable

En 1803 los negros de Haití propinaron tremenda paliza a las tropas de Napoleón Bonaparte, y Europa no perdonó jamás esta humillación infligida a la raza blanca. Haití fue el primer país libre de las Américas. Estados Unidos había conquistado antes su independencia, pero tenía medio millón de esclavos trabajando en las plantaciones de algodón y de tabaco. Jefferson, que era dueño de esclavos, decía que todos los hombres son iguales, pero también decía que los negros han sido, son y serán inferiores.

La bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. La tierra haitiana había sido devastada por el monocultivo del azúcar y arrasada por las calamidades de la guerra contra Francia, y una tercera parte de la población había caído en el combate. Entonces empezó el bloqueo. La nación recién nacida fue condenada a la soledad. Nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía.

El delito de la dignidad

Ni siquiera Simón Bolívar, que tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el reconocimiento diplomático del país negro. Bolívar había podido reiniciar su lucha por la independencia americana, cuando ya España lo había derrotado, gracias al apoyo de Haití. El gobierno haitiano le había entregado siete naves y muchas armas y soldados, con la única condición de que Bolívar liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le había ocurrido. Bolívar cumplió con este compromiso, pero después de su victoria, cuando ya gobernaba la Gran Colombia, dio la espalda al país que lo había salvado. Y cuando convocó a las naciones americanas a la reunión de Panamá, no invitó a Haití pero invitó a Inglaterra.

Estados Unidos reconoció a Haití recién sesenta años después del fin de la guerra de independencia, mientras Etienne Serres, un genio francés de la anatomía, descubría en París que los negros son primitivos porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene. Para entonces, Haití ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares, que destinaban los famélicos recursos del país al pago de la deuda francesa: Europa había impuesto a Haití la obligación de pagar a Francia una indemnización gigantesca, a modo de perdón por haber cometido el delito de la dignidad.

La historia del acoso contra Haití, que en nuestros días tiene dimensiones de tragedia, es también una historia del racismo en la civilización occidental.

Qué le dice un ‘broker’ a un cardenal (Isaac Rosa)




Qué le dice un ‘broker’ a un cardenal
Público: Isaac Rosa 20/03/2010




“Como prueba de mi profunda preocupación he escrito una carta pastoral sobre esta dolorosa situación de los abusos de menores.” -Benedicto XVI, Papa de la Iglesia Católica-

Lo contaré como un chiste, aunque no da risa: esto es un ejecutivo de Wall Street que entra en un bar. Se sienta junto a la barra y descubre a su lado, en un taburete y cabizbajo ante un whisky, a un cardenal del Vaticano, con su sotana, solideo y todos los adornos habituales.

“Monseñor, ¿se encuentra bien?”, pregunta el broker al purpurado, que suspira y habla en voz baja: “Regular, hijo, regular. No levantamos cabeza con los casos de pederastia. Cada vez salen más denuncias, y no ha hecho más que empezar. El Santo Padre está desesperado, no sabe qué hacer para salvar la imagen de la Iglesia. Estamos en crisis.”

“¿Crisis?”, responde el ejecutivo, sonriendo. “De eso yo sé mucho. ¡Crisis! Hace un año estaba yo como usted, hundido y pensando que era el final. Y míreme ahora. Tan tranquilo. Si quiere, puedo darle algunos consejillos.” El cardenal se gira y lo toma por los hombros: “Por favor, hijo, cuéntame cómo lo hicisteis.”

“Se lo explicaré con sencillez”, dice el ejecutivo, que saca su blackberry para mostrarle un powerpoint. “Lo primero es dejar claro que se trata de casos aislados, individuales, que nada tienen que ver con el funcionamiento del sistema. Nosotros culpamos a la codicia de unos cuantos; ustedes pueden denunciar la lujuria de unos pocos. Pero que los fieles tengan claro que no hay nada en el sistema católico que favorezca esos abusos. Ni el celibato, ni el secreto, ni las relaciones de dominación, ni la homofobia, nada. Todo es culpa de unos pocos pecadores, manzanas podridas que hay que apartar.”

“Segundo, propósito de enmienda. Ya me entiende. Prometan algo grande, generen expectativas: digan que van a refundar la Iglesia, que han aprendido la lección, que no volverá a pasar.”

“¿Crees que funcionará?”, pregunta el cardenal, con un brillo en los ojos. “Claro, padre. Nosotros ya hemos conseguido que la culpa de la crisis sea de los trabajadores, de sus sueldos y su baja productividad. Si me hace caso, en un año acabarán echando la culpa a los niños, por ir provocando. ¿Pedimos otra copa?”

jueves, 18 de marzo de 2010

¿Hasta cuándo se consentirá el saqueo? Juan Torres López

Juan Torres López-Ganas de escribir

Por si todavía tengo lectoras o lectores que no lo tengan claro, transcribo aquí las conclusiones de un estudio realizado por los profesor del IESE Pablo Fernández y Javier del Campo sobre la rentabilidad de los fondos privados de pensiones (Rentabilidad de los Fondos de Pensiones en España. 1994-2009 .

- "En los últimos 10 años, el 93% de los fondos del sistema individual obtuvo una rentabilidad inferior a la inflación y el 99,3% obtuvo una rentabilidad inferior a la de los bonos del Estado a 10 años".
- "De los 1.939 fondos con 5 años de historia, sólo 2 lograron una rentabilidad promedio superior al ITBM (Índice Total de la Bolsa de Madrid) y de los 286 fondos con 15 años de historia, ninguno logró una rentabilidad promedio superior al ITBM".
- "El resultado global de los fondos no justifica en absoluto la discriminación fiscal a favor de los mismos. En todo caso, el Estado podría “animar” a invertir en algunos (pocos) fondos de inversión, pero no indiscriminadamente en cualquier fondo de pensiones. En varios casos, los inversores en fondos de pensiones perdieron la desgravación fiscal que les regaló el Estado para inducirles a invertir en dichos fondos en menos de 5 años (vía comisiones e ineficiencias en inversión y gestión). El Estado puede tener alguna responsabilidad en las pérdidas que siguen sufriendo muchos contribuyentes pasados esos 5 años".
Y eso sin tener en cuenta el quebranto de losdos últimos años de crisis financiera.

Pues bien, estos planes son los que los bancos recomiendan a la gente, los que dice el Ministro de Trabajo que hay que suscribir, los que tienen apoyo fiscal porque los gobiernos ceden a las demandas de los bancos y entidades financieras que son los que se benefician de ellos, los que dicen que van a garantizar un complemento suficiente a las pensiones públicas... En fin, esos planes son el botín que los banqueros, con la complicidad de los gobiernos, le quitan día a día a los incautos que ingresan allí sus ahorros dejándose llevar por sus mentiras.
De nuevo hay que recordar a Bertolt Brecht cuando decía que lo inmoral no es robar un banco sino crearlo. Y de nuevo me pregunto hasta cuándo vamos a permanecer impasibles ante tanto engaño y ante tanto robo. Porque lo verdaderamente malo no es que estos fondos sean así de poco rentables para sus titulares sino que los grandes propietarios y los bancos sí que se forran con ellos. Y der ese inmenso saqueo es de donde nacen los grandes problemas de la economía mundial de nuestros días: la especulación, el deterioro del empleo y de la actividad económica, las crisis.
¿Hasta cuándo?

sábado, 6 de marzo de 2010

Socialdemocracia, fin de ciclo (Ignacio Ramonet)


Ignacio Ramonet – Consejo Científico de ATTAC España


Las ideas también mueren. El cementerio de los partidos políticos rebosa de tumbas en donde yacen los restos de organizaciones que otrora desataron pasiones, movieron a multitudes y hoy son pasto del olvido. ¿Quién se acuerda en Europa, por ejemplo, del Radicalismo? Una de las fuerzas políticas (de centro-izquierda) más importantes de la segunda mitad del siglo XIX, que los vientos de la historia se llevaron… ¿Qué fue del Anarquismo? ¿O del Comunismo estaliniano? ¿Qué se hicieron aquellos formidables movimientos populares capaces de movilizar a millones de campesinos y obreros? ¿Qué fueron sino devaneos?

Por sus propios abandonos, abjuraciones y renuncias, a la socialdemocracia europea le toca hoy verse arrastrada hacia el sepulcro… Su ciclo de vida parece acabarse. Y lo más incomprensible es que semejante perspectiva se produce en el momento en que el capitalismo ultraliberal atraviesa uno de sus peores momentos.

¿Por qué la socialdemocracia se muere, cuando el ultraliberalismo se halla en plena crisis? Sin duda porque, frente a tantas urgencias sociales, no ha sabido generar entusiasmo popular. Navega a tientas, sin brújula y sin teoría; da la impresión de estar averiada, con un aparato dirigente enclenque, sin organización ni ideario, sin doctrina ni orientación… Y sobre todo sin identidad: era una organización que debía hacer la revolución, y ha renegado de ese empeño; era un partido obrero, y hoy lo es de las clases medias urbanas acomodadas.

Las recientes elecciones han demostrado que la socialdemocracia europea ya no sabe dirigirse a los millones de electores víctimas de las brutalidades del mundo postindustrial engendrado por la globalización. Esas multitudes de obreros desechables, de neo-pobres de los suburbios, de mileuristas , de excluidos, de jubilados en plena edad activa, de jóvenes precarizados , de familias de clase media amenazadas por la miseria. Capas populares damnificadas por el shock neoliberal… Y para las cuales, la socialdemocracia no parece disponer de discurso ni de remedios.

Los resultados de las elecciones europeas de junio de 2009 demostraron su descalabro actual. La mayoría de los partidos de esa familia en el poder retrocedieron. Y los partidos en la oposición también recularon, particularmente en Francia y en Finlandia.

No supieron convencer de su capacidad para responder a los desafíos económicos y sociales planteados por el desastre del capitalismo financiero. Si faltaba un indicio para demostrar que los socialistas europeos son incapaces de proponer una política diferente de la que domina en el seno de la Unión Europea, esa prueba la dieron Gordon Brown y José Luis Rodríguez Zapatero cuando apoyaron la bochornosa elección a la Presidencia de la Comisión Europea del ultraliberal José Manuel Duraõ Barroso, el cuarto hombre de la Cumbre de las Azores…

En 2002, los socialdemócratas gobernaban en quince países de la Unión Europea. Hoy, a pesar de que la crisis financiera ha demostrado el impasse moral, social y ecológico del ultraliberalismo, ya sólo gobiernan en cinco Estados (España, Grecia, Hungría, Portugal y Reino Unido). No han sabido sacar provecho del descalabro neoliberal. Y los Gobiernos de tres de esos países -España, Grecia y Portugal, atacados por los mercados financieros y afectados por la “crisis de la deuda”- se hundirán en un descrédito e impopularidad aún mayores cuando empiecen a aplicar, con mano de hierro, los programas de austeridad y las políticas antipopulares exigidas por la lógica de la Unión Europea y sus principales cancerberos.

Repudiar sus propios fundamentos se ha vuelto habitual. Hace tiempo que la socialdemocracia europea decidió alentar las privatizaciones, estimular la reducción de los presupuestos del Estado a costa de los ciudadanos, tolerar las desigualdades, promover la prolongación de la edad de jubilación, practicar el desmantelamiento del sector público, a la vez que espoleaba las concentraciones y las fusiones de mega-empresas y que mimaba a los bancos. Lleva años aceptando, sin gran remordimiento, convertirse al social-liberalismo. Ha dejado de considerar como prioritarios algunos de los objetivos que formaban parte de su ADN ideológico. Por ejemplo: el pleno empleo, la defensa de las ventajas sociales adquiridas, el desarrollo de los servicios públicos o la erradicación de la miseria.

A finales del siglo XIX y hasta los años 1930, cada vez que el capitalismo dio un salto transformador, los socialdemócratas, casi siempre apoyados por las izquierdas y los sindicatos, aportaron respuestas originales y progresistas: sufragio universal, enseñanza gratuita para todos, derecho a un empleo, seguridad social, nacionalizaciones, Estado social, Estado de Bienestar… Esa imaginación política parece hoy agotada.

La socialdemocracia europea carece de nueva utopía social. En la mente de muchos de sus electores, hasta en los más modestos, el consumismo triunfa, así como el deseo de enriquecerse, de divertirse, de zambullirse en las abundancias, de ser feliz sin mala conciencia… Frente a ese hedonismo dominante, machacado en permanencia por la publicidad y los medios masivos de manipulación, los dirigentes socialdemócratas ya no se atreven a ir a contracorriente. Llegan incluso a convencerse de que no son los capitalistas los que se enriquecen con el esfuerzo de los proletarios, sino los pobres quienes se aprovechan de los impuestos pagados por los ricos… Piensan, como lo afirma el filósofo italiano Raffaele Simone, que “el socialismo sólo es posible cuando la desgracia sobrepasa en exceso a la dicha, cuando el sufrimiento rebasa con mucho el placer, y cuando el caos triunfa sobre las estructuras”.

Por eso quizá, y en contraste, está renaciendo hoy con tanta pujanza y tanta creatividad, un nuevo socialismo del siglo XXI en algunos países de América del Sur (Bolivia, Ecuador, Venezuela). Mientras en Europa, a la socialdemocracia le llega su fin de ciclo.


Artículo publicado en Le Monde diplomatique.

jueves, 4 de marzo de 2010

¿Esto lo arreglamos entre todos?(Alberto Garzón Espinosa 28/02/10)




A estas alturas ya casi todos habrán visto la campaña "Esto sólo lo arreglamos entre todos", promovida por las Cámaras de Comercio. La campaña cuenta con el apoyo de numerosas personas del mundo del deporte y la televisión, entre otros, y tiene como objetivo instaurar en la población un mensaje de ánimo y optimismo frente a la situación actual. En su web se pueden encontrar diferentes vídeos en los que se anima al espectador a mirar a su alrededor con más alegría y menos pesimismo. Hay gran cantidad de mensajes de superación que abarcan tanto lo físico para buscar paralelismos -parapléjicos que buscan una integración cómoda- como directamente lo económico -pequeños empresarios que hacen grandes sacrificios en cuestión de tiempo y vida social-.

En mi opinión la campaña es suficientemente ingenua como para no prestarle atención. Sin embargo, de la preguntita de marras se deriva una idea que me parece interesante poner encima de la mesa una vez más: ese falso sentimiento de comunidad que aparece cuando llega una crisis económica. Es la misma idea que propugnan los ministros, empresarios y gobernadores de bancos centrales cuando llaman a "ajustarse el cinturón". Pero yo impugno esa idea: no todos tenemos la misma responsabilidad ni todos tenemos que contribuir de la misma forma a solucionar ni este ni cualquier otro problema económico.

La patronal tiene su lógica (Luis Solana el 4/03/10)

La idea de un contrato de trabajo sin cobertura social para los jóvenes, ha producido un rechazo mediático notable. Me parece lógico y aplaudo la respuesta espantada de casi todo el mundo. Digo de casi todo el mundo por una razón ¿pensais que la CEOE o el señor Díaz Ferrán se han vuelto locos? Me temo que no nos damos cuenta de lo importante que es entender el mercado y los controles del mercado. Sinceramente: la diferencia entre derechas e izquierdas está precisamente ahí.

Suponed que hay una cosecha impresionante de manzanas. Los precios de las manzanas bajarán en poco tiempo. Suponed que escasean las naranjas por las heladas de estos días. Los precios de las naranjas subirán. ¿Se quejará alguien? Alguien puede ser que sí, pero la opinión general, no.

Ahora tenemos una tremenda oferta de trabajadores en el paro. Como nunca. Y muchos, muy jóvenes o inmigrantes. A la vez, tenemos una demanda de empleo pequeña o muy especializada. Resultado: los salarios de los trabajadores sin empleo deberían bajar.

Vamos a ver si esto se entiende: esto pasa en términos de puro mercado. Por eso la CEOE (o Díaz Ferrán) ha hecho la propuesta que ha hecho, porque entiende y vive el mercado.

Pongámonos en la piel de la CEOE. Un empresario quiere contratar a unos trabajadores para pintar unas viviendas. Va a la cola del INEM y pregunta: ¿quereis empleo seis meses por 540 € al mes? Aquí ya no digo más y espero respuestas de gentes que están en la cola del INEM.

Pues eso es lo que ha pensado la CEOE (o el señor Díaz Ferrán): si muchos quieren trabajo y hay poca oferta de trabajo los salarios tienen que bajar.

No lo dudeis: si un desempleado de larga duración tiene la posibilidad de trabajar y cobrar un dinero, aceptará lo que sea para atender sus necesidades.

Y aquí entra en escena el Estado y la izquierda: o se corrige el mercado o podemos llegar hasta situaciones insospechadas de indefensión de un trabajador.

Ya se que duele que tengamos que pagar (por ejemplo) un IVA más alto dentro de poco, pero cuando lo pagueis, estareis dando dinero al Estado para que pueda seguir pagando algo a unos parados que -de lo contrario- se entusiasmarían con el mercado y se colocarían por lo que les quisieran pagar.

La esclavitud igual podría volver con una cierta lógica del mercado. Pensemos.

lunes, 1 de marzo de 2010

Los políticos no velan por la mayoría

Eduard Punset 21 Febrero 2010

¿Qué es lo que le importa a la inmensa mayoría? Su bienestar depende –es lo que sugieren los mejores estudios académicos– de poder ejercer un mínimo control sobre su vida y su trabajo. No el Gobierno, sino ellos mismos. A la mayoría le gusta saber que no todo está en manos de la maquinaria administrativa o corporativa.

La última de las cajeras en un supermercado se siente mejor si los clientes le preguntan y ella puede ayudarlos a elegir el producto. Tiene entonces la sensación de que su trabajo sirve para algo y de que controla, por lo menos, una parte de todo el tinglado. Idéntica preocupación se extiende al mundo corporativo: los ejecutivos funcionan mejor como equipo si se sienten partícipes de un proyecto.

¿El estamento político y administrativo centra sus esfuerzos en alcanzar ese objetivo? ¿O más bien en todo lo contrario? Se diría que la única ocasión en que se ocupan de la mayoría es cuando pueden penalizarla controlando, cada vez más, los movimientos de una minoría hasta no dejarlos ni respirar. Limitar la circulación en determinados tramos a 80 kilómetros por hora, luego a 60 y después, justo cuando se inicia una bajada que obliga a frenar, antes de que el control de radar grabe la supuesta infracción, a 40; porque así se le ha ocurrido a un déspota disfrazado de especialista de la circulación. ¡Y después otra vez a 60!

Si se dieran las circunstancias adecuadas, la mitad de los profesionales con un puesto de trabajo serían mujeres, hoy que el número de diplomadas supera ya al número de diplomados. Pero se sigue muy lejos de que esto ocurra; las que han conseguido un puesto de trabajo siguen sumidas en el desamparo por culpa de un sector público que no se decide a invertir sumas ingentes en guarderías infantiles y centros pedagógicos.

¿El estamento político se centra en ser más compasivo con la infancia y la juventud? ¿O más bien al revés? El discurso político prefiere, al contrario, fomentar el odio de clase y alimentar mediante información manipulada el dogmatismo histórico.

Dentro de muy pocos años, las enfermedades mentales constituirán ya el primer factor de preocupación social, pero, en lugar de introducir de manera masiva puntos de apoyo psicológico abiertos al público, se prefiere ignorar la información disponible sobre las depresiones o el suicidio, que siguen siendo temas tabú para la mayoría de los afectados.

Para perseguir las prácticas corruptas, se prefiere teatralizar los casos aislados de corrupción identificados en los tribunales especiales creados al efecto, en lugar de aplicar medidas de prevención, saneamiento e informatización del sistema judicial en su conjunto. ¿Qué es más urgente? ¿Qué está pidiendo la inmensa mayoría? ¿El mantenimiento de tribunales especiales como en los tiempos de la dictadura o la creación de centros modestos, pero especializados, en los que neurólogos, maestros y terapeutas atienden al público?

A la mayoría de la gente le importa tener la sensación de que ellos mismos controlan algo de su vida; de que pueden dejar, confiados, a sus hijos mientras las madres se incorporan al trabajo; de que se vela por disminuir los índices de violencia generalizando el aprendizaje social y emocional. Mientras que al estamento político parece importarle controlar las infracciones de una minoría, aunque sea a costa de dificultar los movimientos de la mayoría.

¿No sería más conveniente pertrechar a las generaciones futuras con las competencias necesarias para focalizar su atención, solventar conflictos, gestionar la diversidad de un mundo globalizado, sugerirles cómo afinar sus mecanismos de decisión, educar el corazón de los ciudadanos y no sólo su mente?